Por Ignacio Achabal
Adolfo Pérez Esquivel, premio Nobel de la Paz en 1980 por luchar activamente contra el terrorismo de Estado que ejercía la última dictadura militar, señala en reiteradas ocasiones y sobre diversos temas que “los pueblos dominados por el miedos son los que desaparecen”.
Desde comienzos de este junio en el barrio de La Boca el miedo parecía apostar sus primeras fichas de la noche en la incertidumbre de varios padres, madres e hijos por presuntos secuestros de niños para la trata de blancas y el tráfico de órganos. Volvió a analizar la partida sin dejar ningún detalle librado al azar e intimidó tanto que el viernes 3, un centenar de personas cortaron las esquinas de Almirante Brown y Benito Pérez Galdos reclamando por una respuesta.
Tan pillo fue el miedo que, como buen apostador, se retiró a tiempo. Porque desde la Comisaría 24 y la ministra de seguridad Nilda Garré aseguraron que no habían recibido ninguna denuncia formal acerca de ésta problemática. El ministerio de Seguridad lanzó un comunicado oficial en donde cita: “El Ministerio de Seguridad confirma que no se han recibido denuncias en comisarías ni en la sede de la cartera que permitan sustentar las versiones que intranquilizan por estos días a vecinos de los barrios de Balvanera y La Boca. A pesar de que no se han recibido denuncias concretas, asistimos inexplicablemente esta semana a la proliferación de rumores y versiones acerca de la potencial comisión de delitos graves, secuestros y trata de personas, que recibieron amplia cobertura por algunos medios de comunicación".
Ya casi resignado el miedo jugo su última carta, y cómo. Era el tan famoso As bajo la manga: la difusión en las redes sociales. Un invento de ésta década al servicio de la confusión y lo peor de todo es que la mayoría de los usuarios transmiten, con más buenas intenciones que con certezas, mensajes preventivos como “no entremos en pánico, pero tomemos precauciones por favor. Mamis y papis, si pueden, traten de no ir solos a llevar o traer los chicos. Si saben que hay varios que viven cerca, júntense y anden en grupo. Ojo con la gente que se acerca y dice ‘Ay, qué linda/o nena/e’, porque hoy comentaban que al parecer hay dos mujeres que están involucradas en este tema,una morocha y otra rubia, de pelo largo y enrulado. Se acercan, dicen eso y los arrebatan. Andan en una Traffic blanca y un Falcon verde”. Todas suposiciones que además de no aportar una solución, acrecientan los estereotipos dividiendo a la gente.
El miedo huye cobardemente, mirando de reojo todo el desconcierto que ha sembrado. Sabe que ha tocado un tema tan preocupante y sensible como es el tráfico de órganos y la trata de blancas. Pero la gente le presenta batalla, no se deja amedrentar por simples rumores, busca explicaciones y encuentra certezas. Un pueblo que no quiere desaparecer.
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